Corazón de tiza
Veréis, yo llevaba muchísimo tiempo coladita por un chico de mi clase. Llevábamos desde los 3 años en el mismo cole y siempre me había imaginado cómo sería salir con él… Marcos ¡lo tenía todo! Era alto, guapo, simpático y tenía ¡una sonrisa increíble! Cada año, mi objetivo era conquistarlo pero nunca lo conseguía… ¡Ese año era mi última oportunidad! Acabábamos la secundaria y Marcos se piraba del insti…
Últimos días…
Nos quedaba una semana de clase y yo estaba ¡súper nerviosa! Marcos había sido mi amor platónico durante tanto tiempo… Y ahora me arriesgaba a perderlo. ¿Y si no le decía nada y se iba sin saber mis sentimientos? ¡No podía aguantar eso! Mis amigas conocían mi rayada y me soltaron una frase que me marcó para siempre:?«Quien no arriesga, no gana». Iba a hacer todo lo posible para que Marcos se fijara en mí ¡de una vez por todas! Si al final resultaba que yo no le gustaba, por lo menos lo habría intentado y no me quedaría con la eterna duda de: «¿Y si…?». Tenía poco tiempo para conquistarlo pero ¡lo iba a conseguir! Al día siguiente, me levanté con el objetivo de llamar la atención de Marcos así que fui a clase en un plan muy guerrero. Me puse mi camiseta favorita y los vaqueros ¡que mejor me sientan! Había hablado muy pocas veces con él pero ese día ¡no se me iba a escapar! Eso era lo que yo pensaba, hasta que entré en clase y lo vi… Fue encontrármelo y ¡me empezó a temblar todo! Simplemente no podía, no era capaz de acercarme a él e intentar ligármelo, qué mal… Me pasé todas las clases pensando en Marcos, sólo me desperté cuando el último timbre sonó y mis amigas ¡me dieron un empujón! «Irene, ¡ahora es el momento! Sal del insti con él ¡y háblale de lo que se te ocurra!». No sabía muy bien lo que estaba haciendo pero me dirigí a la salida rollo zombi ¡hasta que me choqué con él! «Esto, mmm… ¡Perdona, Marcos!». «No pasa nada, Irene, ¿cómo va?». «Mmm, muy bien, ¿y tú?». Yo estaba súper cortada ¡y él también! Era mi oportunidad…
¡Plan de ataque!
Aquella tarde después de nuestro encontronazo, lo intenté todo… Empecé a tocarme el pelo, a mirarlo de manera interesante, le sonreí mazo y creo que sin darme mucha cuenta ¡hasta le guiñé un ojo! Y aún así, nada, Marcos me hablaba como a todo el mundo… Mi táctica de las indirectas no había funcionado… Estuve de bajón durante dos días, dos días en los que no me atrevía ni a mirarlo a la cara, pero mis amigas ¡me abrieron los ojos de golpe! «Irene, mañana es nuestro último día de clase, así que o haces algo ¡o lo pierdes para siempre!». Estaba claro, tenía que actuar, pero… ¿qué podía hacer? Al final aposté por lo que mejor se me da: ¡escribir! Confieso que no soy nada buena a la hora de hablar con la gente, me pongo nerviosa y no hago más ¡que soltar tonterías! Así que enfrentarme a una declaración cara a cara con mi fichaje ¡me parecía imposible! Mejor le escribía una carta confesándoselo todo y le dejaba mi número, si él sentía lo mismo me llamaría y si no ¿qué más daba? Tampoco lo iba a volver a ver…
El mensaje que me dejó k.o
Quedaban pocas horas para acabar la última clase y ¡aún no le había dado mi carta! Mi idea era dejársela en la mochila, él se sentaba delante mío así que no me sería muy difícil… Pero me daba mucho miedo que me pillara ¡con las manos en la masa! Sonó el timbre ¡y reaccioné! Marcos empezó a hablar con uno de sus colegas y me lancé ¡y le dejé la carta! Sentí que me había quitado un gran peso de encima, hasta que noté que alguien me daba en la espalda: «Irene, ¿qué es eso?». Marcos cogió mi carta y la abrió ¡antes de que pudiera detenerlo! Cuando empezó a leerla ¡pensaba que me daba algo! Marcos se puso súper serio y no tenía ni idea ¡de lo que estaba pensando! Terminó de leer la carta, se la guardó y se fue directo a la pizarra. ¡Yo ya me imaginaba lo peor! Pensaba que se había cabreado y que iba a escribir mi carta en la pizarra para que todos se rieran… Pero nada de eso, Marcos escribió el mensaje más bonito de mi vida: «Te quiero desde siempre». ¡Hasta dibujó un corazón! Empecé a llorar de felicidad y Marcos me abrazó tiernamente, nos dimos nuestro primer beso y me explicó que llevaba desde peque colado por mí… ¡Todo era muy fuerte! Y aunque el mensaje lo escribió con tiza y en la pizarra, os aseguro que sigue imborrable dentro de mi corazón…